Cuando tras las primeras evaluaciones del año en curso vino mi hijo Samuel, estudiante de 2º de la ESO a casa cabizbajo con sus notas, ¡casi me dio un infarto! ¡Tenía 6 de las 11 asignaturas impartidas suspensas! ¡No me lo podía creer! Hasta entonces, mi hijo no es que hubiera sido una lumbrera, pero tampoco había sido un pésimo alumno puesto que había ido aprobando año tras año. Con lo cual, ello lo achaqué al hecho de que podía ser que se sintiera un poco perdido tras habernos mudado de un pueblo sevillano a la ciudad así como de casa. Puede que el cambio de colegio y el hecho de haberse alejado de sus amigos de toda la vida lo hubiera trastornado un poco y que se hubiera visto desbordado y sentido por todo ello demasiado triste como para centrarse en los estudios. ¡Yo estaba en estado de shock! Como lo de poner velas a Santa Rita, patrona de los imposibles, o a la Virgen de los Reyes no es lo mío, me informé acerca de una buena academia que hubiera por la zona para apuntarlo e intentar que recuperara todo lo perdido. Así fue como escuché hablar por primera vez de la Academia de estudios PUPILOS, un centro de Sevilla que nació de la necesidad de dar apoyo continuo a los alumnos y estudiantes de todos los niveles, y para poder ofrecer programas formativos de calidad que complementaran su formación académica.