A pesar de que las estadísticas dejaron bien claro que los beneficios de las clínicas estéticas no habían descendido mucho, a raíz de la crisis que pasó España hace menos de dos años y de la que hoy aún quedan resquicios en más de un sentido, la población dejó de gastar tanto en tratamientos estéticos para hacer frente a necesidades mucho más básicas como facturas de luz y agua, ropa, comida e incluso el ocio, que pasó por delante de la belleza. Sin embargo, el estrato social más adinerado de nuestra población nunca dejó de acudir a estos centros estéticos, por lo que han seguido creciendo a lo largo de los años y a día de hoy, cuando ya se empieza a estabilizar un poco la economía, se vuelven a llenar hasta los topes.