Que la mente y el cuerpo están íntimamente conectados lo sabemos, ambos se comunican a través de potentes señales electroquímicas, por lo que los estímulos que percibimos en nuestro cerebro ocasionan unas respuestas en nuestro cuerpo en concordancia con las mismas. De este modo nos encontramos con que las enfermedades físicas que producen dolor, pueden producir reacciones emocionales, del mismo modo que el estado anímico y la inestabilidad emocional pueden desencadenar patologías físicas debido a que las defensas de nuestro organismo se encuentran bajo mínimos. Es lo que habitualmente se conoce como enfermedades psicosomáticas.