Los medios de comunicación han vuelto a soltar la liebre con el tema del bullying y el acoso escolar y nos da la sensación de que “ha vuelto a pasar” cuando la realidad es que no puede volver algo que nunca se ha ido. Los casos de acoso escolar se dispararon un 75% el año pasado pero las noticias habían dejado de sacarlos en portada, hasta ahora, que con el caso de la niña de 8 años que fue ingresada recientemente por los golpes que sufrió durante el recreo todo ha saltado de nuevo a la palestra.
Hoy, de nuevo, los telediarios televisivos y los medios de comunicación escrita vuelven a tratar el tema del acoso escolar en todos sus informativos y se les vuelve a dar voz a madres y padres que llevan denunciando el estado de sus hijos desde hace meses. Necesitamos soluciones y para eso necesitamos que el problema, esta lacra social, sea pública y que todos sepan lo que ocurre en las escuelas para que nadie pueda mirar hacia otro lado y, desgraciadamente, es necesario que suceda una desgracia para que se vuelva a fijar la atención en este tema.
El pasado 21 de septiembre un niño de 12 años de edad dejó de acudir a su instituto en Almería tras sufrir presuntamente una agresión que le causó lesiones en la espalda y el cuello a manos de otro escolar de, aproximadamente, 14 años.
Niños y niñas que quieren quitarse la vida porque no soportan la idea de tener que volver al colegio y convivir con sus agresores. Menores que no se sienten protegidos por sus profesores ni por la dirección de la escuela pero ¿qué debe hacer un profesor que ve cómo un adolescente de 15 años pega a otro de 11 si no puede intervenir? En el momento en el que un profesor separase a esos dos niños podrían pasar dos cosas, que se calmaran las aguas (que sería lo ideal) o que el menor acosador propiciara un nuevo golpe, en esta ocasión contra el docente y, llegados a este punto, el docente debe dejar que le peguen o apartarse de la pelea, porque si aprieta un poco más de lo debido el brazo del niño acosador, lo empuja para librarse del golpe o se pone en medio para evitar la pelea, puede ser denunciado por dicho menor por maltrato y entonces la carrera de ese profesor se vería manchada por el resto de su vida.
Profesores con las manos atadas
No hay que pegar a los niños, y ahí estamos todos de acuerdo; no hay que premiar la violencia con más violencia, y seguimos de acuerdo; pero tampoco podemos castigar a un profesor que para separar a dos alumnos coge a uno del brazo con fuerza y marca sus dedos en él intentando evitar que más golpes lleguen hasta el cuerpo de la víctima o hasta su propio cuerpo.
Los profesores están con las manos atadas, los centros escolares también, y mientras tanto los niños que son víctimas del bullying sufren en silencio pensando en cómo quitarse la vida. Indignante ¿Y quién es el culpable de todo esto? ¿podemos culpar al niño acosador? ¿a sus padres? Yo creo que los culpables somos todos, que nuestra sociedad tiene una enfermedad de la que no consigue curarse y que la medicina hay que empezar a darla desde la más tierna infancia mediante educación, a través de un sistema escolar que funcione, no como el que tenemos ahora.
Si eres víctima del acoso escolar, denúncialo, cuéntaselo a tus padres, amigos, profesores e incluso a la policía, ponte en contacto con auténticos profesionales e infórmate sobre los pasos que has de dar para salir del infierno donde te han metido. En acosoescolar.com.es encontraréis toda la información pertinente al respecto pero hagas lo que hagas no te quedes callado.