La situación que vive ahora España es digna de una obra dramática. La falta de trabajo ha provocado que se vean situaciones dantescas. Desgraciadamente sé de lo que hablo porque me ha tocado vivirlo en primera persona. En menos de dos años vi cómo mi vida se derrumbaba, pero lejos de caerme con ella, fui fuerte y decidí apostar por levantar la cabeza. Primero por mí, y luego por los que me rodean.
A grandes rasgos os cuento que en 2010, mi marido y yo, éramos la pareja ideal. Un hijo, los dos con trabajo, un chalé con piscina y una vida de ocio que parecía la de unos ricos. Pero ese año la crisis nos dio de lleno. Yo soy periodista y me echaron del trabajo. Ya se sabe que este gremio ha sido uno de los que más lo han pagado. Bueno, un año de paro y sobre todo, era el momento para crecer y reinventarme, como el famoso periodista 2.0. Pero el destino quiso que un mes después mi marido también perdiera su trabajo. Él era albañil. Desde ese momento todo cambió.
Más tiempo en casa. Más peleas. Estaba claro que si nuestro matrimonio había sobrevivido 10 años era porque apenas nos veíamos. Ahora me creo esa estadística que dice que la mayoría de los divorcios se producen después del verano, cuando pasas más tiempo con tu pareja. Los problemas económicos nos agobiaron, porque mi marido quiso comprarse el chalé más grande. El primer año se fue pagando con los ahorros, pero al segundo, los números rojos llegaron. Mi ex pretendió que yo pidiera dinero a mi familia, lo cual me negué. Ahí llegó el divorcio. Me dejó sola con el chico y con muchas cuentas que pagar.
Él se largó de España, me comentaron que con una rusa. Pues nada, que le vaya muy bien. Los primeros meses fueron agobiantes, solo quería llorar y quedarme en casa. Hasta que un día mi hijo me dijo “mamá no llores, que estás muy fea”. Me llegó al corazón. Lo analicé y llevaba toda la razón. Yo con 35 años no podía llorar, lo que tenía que hacer era ponerme guapa, salir a la calle a buscar curro, pero también a disfrutar. Y así fue.
Cambia tu armario
Aproveché para actualizar mi armario, que parecía que aún vivía con Alaska en los años 80. Afortunadamente encontré la web HHG donde puedes encontrar colecciones de moda de mujer, de máxima calidad y a precios muy ajustados , que era lo que yo necesitaba. Un par de vestidos nuevos, dos pantalones, dos camisas y a comerme el mundo. Y lo hice.
Porque me di cuenta de que si no me gustaba a mí mismo, no iba a gustar a nadie. A los 5 meses de mi cambio de actitud, encontré trabajo, y en una de mis salidas nocturnas, conocí al que hoy es mi pareja. Por eso agradezco siempre a mi hijo que me dijera que estaba fea, porque eso me abrió los ojos.
Cuando veo a alguna mujer en mi situación, no dudo en recomendarle una cosa. “Cambia tu armario y cómete el mundo”. Eso fue lo que yo hice y la verdad es que no me arrepiento de nada. Al final, nuestro físico es un reflejo de nuestro coco y la vanidad la mejor medicina contra la depresión.