La demencia senil es un síndrome que afecta a las personas a partir de una determinada edad, generalmente a partir de los 65 años, afectando a la capacidad intelectual de las mismas, que se ve disminuida total o parcialmente, como por ejemplo la memoria, el lenguaje, el juicio o la razón.
Cuidar a un familiar con demencia no es fácil y puede resultar agotador y muy estresante. Ansiedad, depresión, irritabilidad, etc… son sólo algunos de los síntomas que presentan los y las responsables de las personas que padecen este síndrome. Por no hablar de lo que sufre el cuerpo. Los músculos y huesos se resienten, y much@s terminan con lesiones graves o problemas crónicos de espalda.
Es verdad que esto no ocurre en todos los casos y que un elevado número de cuidadores y cuidadoras no padecen ninguno de estos síntomas, sino todo lo contrario, y es que muchas veces, es sólo cuestión de actitud, de organización y de ganas de aprender. Y es que el sufrimiento humano es una condición natural del mismo, ayuda a aceptar la vida tal y como es, a ponerse unas metas, a marcarse unos valores y afrontar las dificultades. De hecho esta es una característica de la personas resilientes, personas que han sufrido en la vida determinadas situaciones adversas y que en lugar de hundirse, han salido reforzadas de ellas. Y esto no es algo con lo que se nace, sino que a ser resiliente se aprende, es una capacidad de adaptación al medio o una habilidad que se va aprendiendo con la vida.
Pero el caso es que para muchos familiares de personas con demencia, el cuidado de los mismos, por la razón que sea, se le hace incompatible con su propia vida, y es entonces cuando lo más razonable y lo más prudente para ambas partes, es delegar sus cuidados en los y las profesionales e ingresar al o a la paciente en una residencia especializada en demencia como el centro Benviure en Barcelona. Aquí, su unidad de Atención Social estudia cada caso para determinar el grado de demencia senil que pueden asesorar en los cuidados y dependencia que pueda necesitar, incluyendo los recursos para poder adaptarse a cualquier emergencia médica o de trastorno de conducta. Porque el cuidado de un o una enferma de demencia senil puede afectar de manera importante a las familias afectadas. Su plan de atención integral tiene en cuenta todos los medios para hacer sentir a las familias totalmente seguras
Cómo convivir en la demencia senil y no morir en el intento
Si eres de esas personas que, ya sea por voluntad propia, por obligación moral, o simplemente, porque es tu trabajo, se ocupan de atender a las personas con demencia senil, seguramente sabrás que esta tarea ocupa mucho tiempo. Pero evidentemente, nadie puede cuidar todos los días, durante 24 horas a ninguna persona enferma, sino que esta misión ha de repartirse entre familiares, cuidadores a domicilio o centros de día, y en caso de ser necesario, lo mejor es llevar a estas personas a una residencia donde le podrán dar todos los cuidados y atenciones que necesite, estará vigilada y controlada, bien alimentada y podrá disfrutar de la compañía de otras personas de su edad, participar en talleres o recibir el tratamiento adecuado que más le convenga.
Es total y absolutamente necesario que el cuidador o cuidadora disponga tiempo para realizar sus propias actividades, para descansar y para disfrutar de sus seres queridos. Por eso no debe tener miedo a pedir ayuda siempre que lo necesiten, ya que se enfrentan a una realidad dura, difícil de aceptar y que no depende de su voluntad, sino que son circunstancias inherentes a la vida. La vida, acaba irremediablemente en la muerte, y en el camino, nuestras facultades físicas y mentales se van deteriorando hasta que, de nuestra propia creación, de nuestro, de nuestra conciencia, apenas queda un ligero rastro.
Cuidar de una persona con demencia es, para much@s, una oportunidad de aprender, de valorar las pequeñas cosas y de aceptar la vida con todo el sufrimiento que conlleva, incluso hay quien afirma haber recuperado la espiritualidad perdida, la paz, el equilibrio y la armonía integral