Odontofobia: ¿por qué le tenemos miedo al dentista?

De entre todas las fobias, una que suele ser muy común y conocida, es la fobia al dentista. Por supuesto, a nadie le agrada tener que sentarse en la tan temida silla del odontólogo y dejar la boca expuesta ante agujas y aparatos chirriantes; pero hay personas que de verdad sienten una ansiedad tan extrema que evitan ir a consulta a pesar que sea de urgencia extrema.

Al menos dos tercios de las personas que padecen miedo al dentista reconocen que el origen de esta aprensión se sitúa en la infancia y la adolescencia como consecuencia de una experiencia dramática. No obstante, también hay casos de personas que admiten haberse sentido relajadas durante un cierto tiempo y luego han desarrollado el miedo a lo largo de un tratamiento en el que tuvieron una mala experiencia e incluso, existen casos de personas que sufren la fobia sin si quiera haber pasado nunca por la consulta del dentista.

Las víctimas de este miedo suelen ser niños y adolescentes; sin embargo también puede verse en algunos adultos, y para lograr que estas personas acudan a una consulta, el especialista debe hacerse de ciertas herramientas. La más común es la sedación, sin la que no pueden someterse a ni el más mínimo tratamiento; además de ciertas técnicas de comunicación, un ambiente relajado y agradable, potenciando la sinceridad y la comprensión., etc.

Sin embargo, ¿sabes de donde viene este miedo a visitar al dentista? Nuestros amigos de la Clínica Dental Vivanta nos cuentan todo sobre la odontofobia.

¿Qué es la odontofobia?

Cuando hablamos de odontofobia nos referimos a un trastorno de ansiedad concreto que puede darse cuando acudimos al odontólogo, por el olor típico de la consulta o incluso por el ruido de los equipos médicos. Puede pasar de ser una alteración leve, cuando por ejemplo nos ponemos nerviosos si tenemos cita en el dentista, o llegar a transformarse en un miedo irracional caracterizado por una fobia a todo lo relacionado con los dientes.

La odontofobia es un trastorno tan común que recientemente ha motivado la creación de ISDAM, la Sociedad Internacional para el Manejo de la Ansiedad Dental, que tiene como objetivo promover todas las técnicas utilizadas por los profesionales de la salud para ayudar a las personas a superar este miedo.

Dentro de esta definición, cabe acotar que no es lo mismo hablar de la ansiedad que podemos sentir todos antes de ir al dentista y otra cosa es hablar de fobia al dentista. Como ya sabemos ir al dentista es incómodo debido a la intervención invasiva que suelen hacer en una parte tan sensible de nuestro cuerpo como lo es la boca. Entonces lo normal es que nuestro organismo detecte que hay un “peligro”, y que como consecuencia se active la ansiedad para “huir” o para “luchar”. Sin embargo, la odontofobia es algo mucho más serio que una incomodidad antes de una intervención.

Por ejemplo, un elemento diferenciador de tener un simple estado de ansiedad y tener odontofobia será la medida en que la persona evita de forma activa ir al dentista a pesar de que le es realmente necesario ir.

¿De dónde viene el miedo al dentista?

La causa más frecuente del «pánico al dentista» es el haber vivido experiencias traumáticas odontológicas, en especial en la infancia y adolescencia, y como segunda causa, la falta de psicología del profesional, lo que se refiere a la falta de una buena comunicación, de un trato ameno y de entendimiento de la percepción del dolor de cada paciente por parte del especialista.

Igualmente, otros factores que influyen en que se pueda desencadenar un cuadro de ansiedad a la hora de ir al dentista son:

  • Haber tenido una escasa educación escolar primaria.
  • No haber visitado al dentista desde pequeños.
  • Malos hábitos higiénicos.
  • Tiempo de espera prolongado en la consulta.
  • Un número excesivo de pacientes en la sala de espera.
  • Estar con la boca abierta mucho tiempo.
  • El olor de la consulta o en el gabinete.
  • Una mala praxis por parte del odontólogo.
  • Que el odontólogo se atrase en el tratamiento.
  • Sesiones de tratamiento de larga duración.
  • La visión de la aguja.
  • La sensación de la inyección.
  • El ruido de la turbina.

Todos estos miedos son estímulos que pueden hacernos sentir ante una amenaza o un peligro y pueden llegar a afectar el seguimiento del tratamiento e incluso  hacer que el paciente evite asistir al odontólogo, ocasionando que se agraven sus  problemas de salud bucal.

Síntomas del miedo extremo al dentista

Las personas con odontofobia tienen miedo, en general, a los procedimientos invasores, como las cirugías, los procedimientos de extracción de dientes, la anestesia, etc. En estos casos, experimentan gran ansiedad, lo que puede conducir a aumentar la sensibilidad al dolor. De hecho, algunos autores relacionan la odontofobia o fobia dental con la fobia a la SID (Sangre-Inyección-Daño).

Las víctimas de esta fobia tienen miedo a padecer dolor, y en algunos casos tienen miedo de tener un ataque de pánico en el momento de la intervención. Como consecuencia a este miedo, los pacientes suelen tensar los músculos, incluyendo los de la cara. A veces puede existir una hipersensibilidad al reflejo de ahogo cuando se intentan introducir objetos en la boca, sobre todo en el caso de los hombres, lo cual dificulta la intervención médica.

En los casos más graves de odontofobia los estímulos que generan la ansiedad se amplían, hasta que incluso el pensar en el dentista, el olor a utensilios propios del dentista, lavarse los dientes, llevar cuellos altos, etcétera, puede desencadenar el episodio de ansiedad.

¿Por qué un examen odontológico nos produce ansiedad?

Los especialistas aseguran que no hay una única explicación general a esta fobia, y que depende de cada paciente. Como dijimos anteriormente, las malas experiencias vividas durante la infancia se arrastran hasta la edad adulta y hacen que se asocie la consulta odontológica con el recuerdo de una situación incómoda y hasta dolorosa. Otro factor a tener en cuenta es la postura que tomamos al acudir al dentista, ya que es normal sentirse indefensos si estamos recostados con la boca abierta.

Según un estudio realizado por Paloma Pérez Prieto en la Universidad de Valencia, «las consecuencias son devastadoras y conformas una barrera de salud de dimensión universal». Esto porque esta situación conlleva a que el paciente evite el tratamiento dental, cancele las visitas, el distanciamiento entre las mismas, etc. Lo que quiere decir que a su vez se cae un círculo vicioso en el que cuanto menos acudes y más temor tienes, mayor sintomatología y patología bucondental aparece y es más urgente asistir.

Así, cuando este tipo de pacientes acuden al dentista, los niveles de ansiedad son muy altos, ya que esperan que el tratamiento sea más doloroso y complicadoPero no solo es así, también termina siendo más extenso y caro debido al avance de su condición en consecuencia al haber evitado la consulta temprana. Siendo que, todo este conjunto conduce finalmente a un aumento del miedo al que se suma la aparición de sentimientos de culpabilidad, vergüenza e inferioridad: se establece un patrón de deterioro real y autoperpetuación.

Otras de las consecuencias que pueden aparecer son los pensamientos obsesivos, debilitamiento de las relaciones sociales o disminución del umbral del dolor. Los afectados tienen mayores miedos generalizados y en última instancia acuden al odontólogo cuando ya no queda más remedio y cuando la situación de estrés puede con ellos, repercutiendo también en el profesional.

Otro problema con estos enfermos es que solo pueden ser tratados con una sedación consciente, la cual solo puede ser proporcionada por dentistas que tengan la experiencia y la capacidad para este tipo de intervención, lo que hace que los tiempos de espera por una consulta se intensifiquen y se agrave aún más la situación. Sin embargo, esta se plantea como una solución ya que el gas o los medicamentos sedantes pueden ayudar a estos pacientes a sentirse más relajados y tranquilos durante los procedimientos dentales. Incluso, en casos más extremos, pueden ser remitidos a una anestesia general realizado en un hospital.

Los dentistas que tratan a estas personas con estas técnicas especializadas a menudo tienen una larga lista de espera, haciendo que muchos de ellos lleguen a una situación difícil o con mucho dolor. Lo malo es que sienten demasiado asustados para seguir un tratamiento estándar.

Consejos para superar el miedo al dentista

No será sencillo vencer esta fobia, pero aquí hay unos consejos que se pueden aplicar para comenzar a reducir la ansiedad:

  • Identifica de dónde proviene tu miedo.
  • Pide al especialista que te explique los procedimientos que va a llevar a cabo. Incluso, puedes llegar al acuerdo de hacer una señal, como levantar una mano, para parar unos instantes con el fin de controlar tu ansiedad.
  • Intenta asistir a consultas solo cuando no estés estresado. Igualmente, si te sientes tenso al sentarse en el sillón del especialista, intenta técnicas de relajación tales como respirar rítmicamente o visualizar escenas relajantes.
  • Una vez que la visita haya terminado, felicítate a tí mismo por tu valentía y concédete una recompensa.

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