La psicología del color en los niños

¿Sabéis por qué tantas escuelas públicas tienen como color base en las paredes el verde claro? ¿Sabéis por qué muchas consultas pediátricas tienen el azul pastel como color base en su decoración? Los niños son terriblemente excitables y, del mismo modo, están terriblemente expuestos al contexto que les rodea. Todo les afecta mucho más que a los adultos, y por eso la psicología del color es de vital importancia para ellos. De ahí que tanto los profesionales que trabajan con niños como nosotros mismos en nuestros hogares, debiéramos tener en cuenta este tema antes de cambiar la decoración de nuestra estancia o antes de montar la nueva habitación del bebé.

Los típicos rosa y azul pastel para las habitaciones de los niños pequeños están muy bien, pero no por esa estúpida costumbre estereotipada de pintar las paredes de rosa si el bebé es una niña o de azul en caso de que sea niño, sino porque los tonos pasteles ayudan a relajar el ambiente y atraen el positivismo.

De un tiempo a esta parte, muchos padres primerizos están teniendo este tema muy en cuenta, e incluso hay quienes contratan a profesionales como Pinturas Insa con el fin de que asesoren sus ideas. Hoy en día,  el pintor de brocha gorda no puede dedicarse solo a echar pintura sobre paredes sin más, ha de ser mucho más que eso, desde interiorista hasta psicólogo, y por eso es de agradecer que los profesionales más experimentados del sector decidan seguir formándose  para poder cubrir todas las necesidades de sus clientes. Así, hemos hablado con los profesionales de Pasito a Paso, quienes nos explican un poco la psicología básica del color en los niños:

El rojo es un color cargado de energía y vitalidad, por eso sería una locura utilizarlo demasiado en el dormitorio de un niño, aunque si nuestro/a hijo/a  es un niño tranquilo, podemos darle algún toque de rojo a la habitación (pequeños toques con elementos decorativos) para avivar y estimular su actividad. Se utiliza mucho en zonas de recreo e indumentaria. Sin embargo, es poco recomendable para los niños hiperactivos o agresivos, pues no les ayuda a concentrarse.

El amarillo estimula la actividad mental así que, contrariamente a lo que ocurre con el color rojo, es el color ideal para los niños que tienen poca concentración. Por ello, es muy utilizado en ambientes de trabajo, en libros y escritorios, en sus tonos más pasteles.

El naranja es una especie de amalgama entre el rojo y el amarillo pues aporta energía, pero también alegría. Las tonalidades más suaves estimulan el apetito y la comunicación, mientras que  las más brillantes son las que incitan a la acción. Personalmente solo utilizaría este color en ambientes de juego.

El verde relaja el sistema nervioso (de ahí su uso extendido en colegios) ya que produce armonía, por lo que es perfecto para ambientes de descanso y áreas donde necesitemos que los niños guarden silencio.

El azul, perfecto también para la relajación, pues produce paz y sueño. De ahí que anteriormente haya dicho que el azul es una buena opción para ambientar dormitorios infantiles, pero no por lo que muchos padres piensan.

El violeta es un color inspirador, estimula la creatividad, el gusto por la estética y la habilidad artística, por lo que es un color muy recomendable en cuartos infantiles.

El rosa denota ilusión y fantasía, aunque está tan asociado a la feminidad que muchos niños no quieren verlo ni en pintura. Esto es tremendamente triste pues es un color que puede ayudar al niño y a la niña a crear y a imaginar con mucha facilidad.

El negro no es un color para los niños, trasmite oscuridad y temor de manera intrínseca, por lo que no es una buena idea decorar una habitación infantil con este color.

Y, por último, el blanco. Contrariamente a lo que muchos adultos piensan, el blanco no ayuda a los niños prácticamente a nada, pues produce una sensación de vacío que a muchos de ellos abruma. Podemos usarlo en espacios con demasiado colorido para aportar luz a la estancia, pero no es recomendable en grandes cantidades.

Mi consejo: Utiliza un tono neutro para pintar las paredes de la habitación de tu hijo o hija, como un gris perla claro o un crema suave, y luego da toques de color a la estancia con otros colores más vivos como el rosa, el azul, el verde y el violeta. No sobrecargues la habitación o acabarán nerviosos cada vez que entren en ella, y procura conocer a tu hijo para saber qué es lo que necesita.

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