En la sociedad ha habido diferentes situaciones que durante mucho tiempo se han tratado como problemas individuales y que posteriormente se ha determinado que son fobias. Eso le pasó a mi madre, una bellísima persona a la que no podía aguantar a las abejas ni avispas, y gracias a un amigo psicólogo conseguimos que ese trauma desapareciese, a pesar de que los médicos de la seguridad social no hicieran ningún tipo de caso.
Y hablando de médicos, ¿Quién no ha tenido tiempo alguna vez al médico? Lo reconozco, yo he tenido miedo al médico, ya que muchas veces pensamos que lo que nos pasa es muy importante y va a comprometer nuestra vida, aunque en realidad es un problema que se resuelve con antibióticos y el mejor remedio del mundo, el tiempo.
Pero esto se eleva a la máxima potencia cuando hablamos de ir al dentista. Y hay una gran tradición al miedo al dentista, ya que el dolor de muelas es de los peores que existen. Los dentistas son conscientes y ponen mucho esfuerzo para que esto no pase, y el ejemplo más claro de clínica dental que pone todo su esfuerzo por que los pacientes no tengan miedo es la Clínica Maroto Vellón, una clínica en Aranjuez y Villacañas que te ayudará a conseguir la sonrisa que te mereces.
A continuación, vamos a hablar de la latrofobia, la fobia que explica el miedo a los médicos.
Qué es la latrofobia y como reconocerla
Categorizada dentro de los trastornos de ansiedad específicos, la latrofobia consiste en la experimentación de un miedo excesivo, irracional e incontrolable hacia los médicos. Este temor puede llegar a extenderse a cualquier tipo de profesional que trabaje en el ámbito sanitario (dentistas, enfermeros…) o los propios centros de salud.
Cualquier persona con capacidad para realizar un diagnóstico, administrar una medicación, aplicar una inyección, o realizar cualquier tipo de tratamiento o intervención médica, puede ser objeto de la fobia de un latrofóbico. Este trastorno de ansiedad puede llegar hasta el punto de provocar una respuesta de ansiedad grave sólo al percibir el olor característico de un centro de salud u hospital.
La principal consecuencia de esta fobia es que las personas que la sufren evitan a toda costa tener que acudir a cualquier espacio relacionado con el ámbito sanitario.
A pesar de que son conscientes de que cualquier profesional de la salud tiene como objetivo preservarla, las personas con latrofobia intentarán por todos los medios posibles no acudir a una visita médica con el riesgo de pasar por alto diagnósticos, de que se agraven enfermedades, o incluso que se vuelvan incurables.
Aunque en el trastorno de ansiedad específico conocido como nosofobia el paciente también evita a toda costa tener que acudir a la consulta de un médico, la principal diferencia que se encuentra con la latrofobia es que, mientras en la primera el estímulo fóbico se manifiesta por el miedo a enfermar, en la segunda es la figura del profesional la que causa dicho temor.
Existen una serie de características específicas que nos permiten diferenciar un miedo normativo de un temor fóbico propio de trastornos fóbicos como la latrofobia.
El primer rasgo con el que podemos identificar un temor fóbico es que este se experimenta de una manera absolutamente desproporcionada en comparación con la amenaza real que existe. Aunque si bien es cierto que en ocasiones las visitas al médico pueden llevar medidas dolorosas, el nivel de temor que experimentan estas personas ante la posibilidad de padecer dicho dolor, es excesivo y exagerado.
La segunda característica propia de este tipo de fobias específicas radica en que el miedo se experimenta de una manera completamente irracional. Es decir, la persona es prácticamente incapaz de otorgar un razonamiento o base lógica al temor que está experimentando e, incluso, llegar al punto de aceptar que no tiene ningún sentido, y aún así no poder evitarlo.
Finalmente, en este tipo de trastornos de ansiedad, la persona tampoco puede controlar el miedo que experimenta ante la aparición o la sola idea de tener que enfrentarse al objeto fóbico. Esto quiere decir que el paciente no puede evitar experimentar la sensaciones y sentimientos de ansiedad, así como tampoco la aparición de pensamientos y creencias intrusivas que favorecen y potencian esta respuesta de ansiedad.