Hubo un tiempo en el que, en una ciudad como Madrid, el medio de transporte preferido por sus habitantes no era otro que el taxi. El alto número de licencias que contaban con el beneplácito de la Administración permitía que los madrileños contaran con un medio de transporte que les resultaba totalmente rentable en términos de comodidad y rapidez. El negocio estaba más de moda que nunca.
Por desgracia, aquella tendencia fue empequeñeciéndose y, ya para el año 2007, el diario El País informaba de que el número de vehículos por habitante que se dedicaban a la profesión se había reducido en una cuarta parte. Después llegó la crisis y la llegada de los conocidos como “taxistas a sueldo”, personas que, sin poseer la licencia correspondiente para el ejercicio de la profesión, realizaban la misma labor que un trabajador habilitado a tal efecto.
La página Decide Madrid informaba, en septiembre de 2015, de que según el padrón municipal y regional, era necesario “incrementar el número de licencias de autotaxi, por supuesto con coches no contaminantes, y según la ordenanza municipal, mediante concurso público”. Este era el anuncio que estaba esperando para comenzar a dar vida a mi nueva idea: manejar un taxi y ganarme la vida con ello. Cuestión que pude conseguir tras superar dicho concurso.
Para ponerlo todo en marcha necesitaba realizar una serie de gestiones ante las cuales solía perderme. Mi caso requería de la inestimable ayuda de una gestoría que se encargara de realizar todo el papeleo para que tanto yo como mi vehículo fuésemos habilitados para la realización del trabajo. Gestiondeltaxi.com me ofrecía ese servicio tan necesario para mis intereses.
Lo primero de lo que dicha gestoría se encargó fue de la matriculación del vehículo que se iba a emplear para efectuar los trayectos. Era el primero y el más primordial para mí, ya que de lo contrario, y a pesar de haber superado un concurso oficial, me sería totalmente imposible ejercer como taxista. Con mucho gusto y a un módico precio, los profesionales de la entidad se encargaron de gestionar tal asunto. En ese momento ya era conductor de taxis con todas las de la ley.
Una gestoría muy polivalente
A decir verdad, una vez que mi vehículo fue matriculado no tenía ni la más remota idea de que me iban a hacer falta muchos de los servicios que ofertaban en la gestoría. Este tipo de necesidades fueron surgiendo a medida que pasaban las semanas y desempeñaba mi trabajo. Por desgracia, tenían que ver con sanciones impuestas desde el propio Ayuntamiento de Madrid como desde la propia Dirección General de Tráfico. La gestoría me ofrecía un servicio a través del cual poder presentar los recursos que estimara oportuno para tener la oportunidad de defenderme y evitar así las sanciones que me habían impuesto.
De este servicio obtuve una rentabilidad importante, porque por él me retiraron varias multas por supuestos aparcamientos incorrectos o excesos de velocidad. Gracias a ello me ahorré una cantidad de dinero que pude seguir empleando en subsistir y en proporcionar a mi familia la tranquilidad suficiente como para continuar pagando el alquiler y las diferentes facturas que acuden a nuestro buzón a final de mes.
En la actualidad, sigo ejerciendo de taxista con la misma ilusión con la que lo llevo haciendo durante ya más de un año. Poco a poco he ido manejándome ante ese riesgo que supone el ser sancionado cuando se pasan tantas horas al volante en una ciudad como Madrid, pero tengo ese colchón que para mí significa la gestoría, una entidad de cuyos profesionales he obtenido en todo momento el apoyo y los medios necesarios para continuar con mi trabajo sin el menor incidente. Un respaldo que todos los miembros de este gremio necesitamos en unos momentos en los que la profesión se encuentra más desprotegida y menos respetada que nunca.