Los trastornos mentales, no son exclusivos de las personas adultas, y de hecho, cada vez más niñ@s padecen problemas de ansiedad. La infancia, puede ser una etapa muy difícil, ya que los cambios se suceden, y a medida que crecen, se hacen conscientes de que la realidad, no es como se la había imaginado, o más bien, como les habían contado que era.
Uno de los principales motivos de la ansiedad en l@s más peques, es la separación o divorcio de sus progenitores. En ocasiones, se sienten responsables, y desde luego, son l@s que más sufren en situaciones como estas. Su ideal de familia se ha roto, y una parte importante de su vida, ha terminado para siempre. La separación es, sin lugar a dudas, la mejor opción cuando las cosas no van bien entre la pareja, ya que, el/la niñ@ también lo pasa mal cuando su padre y su madre discuten. Pero el caso, es que es una situación traumática para ell@s, y la custodia compartida no ayuda. Hace que pierdan sus hábitos, y en esta etapa de la vida, es muy importante mantener unas rutinas.
La separación familiar, puede afectar de manera negativa al niño, tanto a nivel emocional, como conductual. Empiezan a portarse mal en casa, en el cole, se vuelven caprichosos, o sienten una necesidad exagerada de llamar la atención. En algunos casos, se ha observado, que los resultados en las evaluaciones escolares, bajan considerablemente. Mientras que en otros, parecen volcarse en los estudios, como vía de escape. Y aunque la mayor parte de los niñ@s, superan una separación sin problemas, lo cierto, es que los casos de ansiedad tras un divorcio, son bastante comunes en los más peques.
Es que la infancia, es una etapa fundamental en la que se producen cambios psíquicos y físicos determinantes. Además, la relación con el padre y la madre es muy intensa. Los cambios, el malestar, y a la falta de madurez, pueden manifestarse a través de conductas de riesgo, impulsividad, agresividad, desórdenes de alimentación, depresión y ansiedad, etc…
Cómo actuar
Es fundamental, por tanto, observar el comportamiento de nuestros hijos e hijas, en estos momentos tan dolorosos para ell@s. Y es verdad que los niñ@s se acostumbran a estas cosas, lo suelen superar sin ningún tipo de problema. Pero es que hay divorcios y divorcios. Y cuanto más traumático sea para la pareja, más lo será para el/la menor. Son estas situaciones, en las que la separación se complica, y los hij@s, son los que terminan pagando los platos rotos. Muchas veces, tienen que presenciar escenas muy tristes, y comentarios negativos y ofensivos, ver y escuchar, como su papi y su mami se insultan, tanto si están delante como si no, como lloran o que se comportan como auténticos irracionales. Por otro lado, muchas veces, algunos padres y madres intentan que el menor se posicione, que defienda a una de las dos partes. Tremendo error, que provoca verdaderos estados de ansiedad en los hij@s, y por lo tanto, se debe evitar a toda costa.
Como padre/madre, debes procurar que tu separación ha de afectar lo menos posible a tus hij@s. Pero sabemos que no siempre es así. No todos los peques responden igual en las mismas circunstancias. Por eso, si notas que tu hijo o hija, se ha vuelto más insegura a raíz de tu divorcio, si demanda tu presencia constantemente, o si lo encuentras más asustadiz@ de lo normal, incapaz de enfrentarse a situaciones nuevas, es posible, que padezca un trastorno de ansiedad, y en este caso, necesita ayuda psicológica. El trabajo con los padres/madres es fundamental; por este motivo, además de la terapia con el niño, en Psima, servicio especializado de psicología y psiquiatría, disponen de un espacio de tratamiento propio que les permita entender qué le sucede a su hij@ y poner en palabras su propia angustia. Su metodología de trabajo se basa en el trabajo en equipo, en donde todos los profesionales del Servicio, de forma periódica, realizan reuniones interdisciplinares para valorar la mejor estrategia terapéutica para cada paciente y la dirección del tratamiento. Destacan la importancia de no etiquetar y estandarizar lo que le sucede al paciente, en este caso al niño o adolescente, ya que para obtener cambios significativos es esencial tomar en cuenta la particularidad y la historia familiar de cada uno.