De entre los diferentes campos de la Psicología siempre me ha parecido muy interesantes aquellos estudios que afirman la profunda interconexión existente entre cuerpo y mente.
Ya lo decían los antiguos griegos varios siglos atrás con eso de “Mens sana in corpore sano”, y es que no puede entenderse el uno sin el otro. De entre las diferentes terapias que apuntan en este sentido, la Diafreo-Terapia es una de ellas.
El concepto diafreo proviene del griego y significa abrir, separar, dejar paso. La disciplina de Diafreo se basa en la premisa de que nuestra musculatura es el reflejo de nuestras emociones, de nuestro interior.
Mézières, fisioterapeuta francesa, fue la madre de la actual terapia de Diafreo, derivada del Método Mézières de rehabilitación que creó a finales de los años cuarenta.
Según esta célebre fisioterapeuta, la forma del cuerpo, las posturas y la actitud corporal que vamos adquiriendo en el transcurso de los años nos permiten bloquear el flujo de información sensorial y nerviosa, disminuyendo su impacto en nuestro estado emocional y la expresión emocional de nuestro cuerpo y condicionando nuestra capacidad de respuesta, todo ello en un intento de adaptarnos a las demandas y represiones del entorno.
Resulta interesante que las conclusiones a las que llegó esta experta fisioterapeuta coincidan, en muchos sentidos, con las máximas del Yoga que también enfatiza la importancia de las posturas corporales y se considera como una de las mejores técnicas para restablecer la conexión mente-cuerpo y restablecer el equilibrio interior.
Consciente de la importancia de cuidar mi cuerpo para mejorar mi vida me planteé una lista de pequeños cambios que iba a hacer en mi vida para incluir entre mis hábitos diarios un poquito de ejercicio.
No sé cómo llegué a una rutina donde el único ejercicio que hacía era bajar al supermercado sin coger el ascensor, pero estaba dispuesta a hacer un cambio radical a ese estilo de vida en el que había desatendido de un modo tan absoluto mi salud corporal y, no me refiero solo a una buena alimentación, sino al hecho de mantener una cierta rutina de ejercicios.
Entre ellos, quería incluir las dos cosas que habían probado ser más efectivas para sentirme mejor, por un lado, el Yoga y, por otro, vivir o tener una piscina propia para poder nadar habitualmente.
Finalmente, me decidí por invertir en mí, al final muchas veces por no organizarte bien en la forma de gastar tu dinero terminas gastando lo mismo en cosas que, ni de lejos, te ayudan a estar mejor.
Ahora, siendo mucho más consciente de lo que tenía que hacer para mejorar mi bienestar sabía que tener una piscina era algo que podía permitirme sabiendo en qué invertir y en qué no.
Y es que, al final, entre comprarme una casa sin piscina o alquilarme una que la tuviera opté por la segunda opción. Una casa pequeñita pero muy bonita con una estupenda piscina, me gustaba tanto la piscina que no tardé en preguntarle a mi casera por el fabricante (para un futuro cercano).
Mi casera había contratado los servicios de Piscinas Dtp, uno de los fabricantes líderes en el sector de las piscinas prefabricadas de poliéster con la gama más completa del mercado y una línea de colores exclusiva.
Algunos de los Beneficios de tener una Piscina para tu Bienestar
No es una afirmación poco conocida que la natación es uno de los deportes más saludables que hay, y uno de los principales recomendados por los médicos para practicar a cualquier edad.
Es una excelente forma de mantenerse en forma, ya que se trata de una actividad de bajo impacto que tiene muchos beneficios para la salud, tanto física como mental.
No tardé en comprobar sus múltiples beneficios para mi bienestar, y cómo ayudó a cambiar por completo mi estilo de vida. Mis dolores de espalda remitieron, me sentía mucho más fuerte y apenas me ponía enferma.
Además de sentirme mucho más relajada en general, la verdad es que me empecé a sentirme como si tuviera superpoderes.
Al mover el cuerpo contra la resistencia del agua estamos desarrollando nuestra resistencia muscular, así como nuestra aptitud cardiovascular ayudando a mantener y mejorar la salud de corazón y pulmones.
Es una excelente forma de relajarnos y liberar el estrés después del trabajo, y es que estar debajo del agua es relajante de por sí, pero, además, el tipo de ejercicio (al ser lento y regular con un fuerte componente respiratorio) hacen que sea una actividad si cabe más relajante.
Y no solo nos ayuda a relajarnos también es una estupenda forma de mejorar nuestra coordinación, flexibilidad y equilibrio.