Muchas personas responderán de inmediato a esta pregunta con un “sí” rotundo, no obstante, un reciente artículo publicado en la revista “Psychological Science” de la Asociación para la Ciencia Psicológica parece no apuntar del todo a esta afirmación con tanta convicción.
En este estudio, encabezado por la psicóloga científica Katheleen Vohs con colegas de la Universidad de Minnesota, según Vohs “la actividad en una sala desordenada condujo a algo de lo que cual las empresas, industrias y sociedades quieren más: creatividad”.
Parece que está vez las personas desordenadas ganan un poco la batalla, y es que “los ambientes desordenados aparentemente inspiran una ruptura con la tradición y eso produce nuevos enfoques. Los ambientes ordenados, por el contrario, alientan a la convención y al comportamiento de acuerdo a las reglas”.
Así pues, parece que no terminamos de salir de esta contradicción donde para unos como Pitagorás “el orden es el más hermoso ornamento de una casa” mientras que para Baudelaire el orden era uno de los derechos básicos de todo individuo.
Para algunas psicólogas como López de Fez el escritorio de una persona habla de su personalidad. “Un escritorio ordenado en exceso y de una forma escrupulosamente lógica habla de una personalidad quizás poco espontánea, con escaso sentido del humor y que huye de la improvisación”
En opinión de esta psicóloga “ser meticuloso, (si no se convierte en manía) trasciende nuestra vida, nuestras prioridades, ideas, proyecto persona. Conduce a que la persona sea más libre, responsable y madura”.
Ordenado sí, pero sin pasarse.
Así que hay un poco opiniones para todos los gustos, aunque si realmente extraemos una conclusión de la opinión de los diferentes expertos, parece que, como suele ocurrir “la virtud está en el justo medio”.
No cabe duda, que cierto orden inculca valores interesantes y, en gran medida, es cierto que hay una cierta relación entre nuestro equilibrio interior y en cómo lo manifestamos a través del orden. Eso de mente desordenada, habitación desordenada no es tan descabellado, al fin y al cabo.
En cualquier caso, también es cierto que más que de tipos de personas desordenadas podríamos hablar aquí de grados de desorden o de contextos de desorganización. En muchas ocasiones, las personas son desordenadas en un contexto específico, pero no en otros.
De hecho, conozco a varios amigos que son muy ordenados en el trabajo, pero en casa un desastre. A mí me pasaba un poco esto hace tiempo. Sobre todo, recuerdo una época que me pasé un par de meses sin armario y aquello era un descontrol total. Creo que todo el mundo que llevaba a mi habitación se llevaba una impresión terrible de mí, porque esa relación desorden-locura es una asociación habitual que muchas personas no pueden evitar hacer.
Si bien, en parte, algo de razón existe en esta asociación. Y es que en ese momento mi vida estaba un poco patas arriba.
Así, desde que me compré un armario espectacular en Armarios SIDON empecé a darle un giro a la historia. De hecho, fui por todo lo grande y me lo hicieron a medida. El vestidor de mis sueños, con el que terminé teniendo toda mi ropa perfectamente ordenada.
De algún modo, sí que me ayudó ver mi ropa toda ordenadita por categorías, estilos, telas. Además, me ayudó a definir mejor mi estilo y a ser mucho más eficiente a la hora de vestirme. No tardaba nada porque al tener todo muy visible no me cuesta nada elegir lo que me quiero poner cada día.
Es verdad que el orden requiere de cierta organización y mantenimiento, es un esfuerzo, pero recompensa, y mucho. Otra cosa en obsesionarse y actuar un poco como Mónica de Friends, al final lo mejor es un “orden desordenado” o un “desordenado orden” pero eso sí, mientras sepamos donde tenemos las cosas.